Dario Maestripieri, de la Universidad de Chicago hizo el siguiente estudio publicado en Wired:
Cuando una persona entra a un ascensor, comienza a elevar la mirada, o a mirar los botones como si tuvieran un interés especial. Todos hemos vivido esta situación. Cada vez que dos extraños entran en un ascensor procuran desviar su mirada, alejarse lo más posible el uno del otro y no hacer movimientos bruscos o imprevistos. Incluso te sujetas las 2 manos en frente tuyo para evitar roces.
¿A qué responde este comportamiento?
El reflejo de elevar la mirada hacia arriba en los ascensores no es una reacción racional sino una respuesta automática e instintiva, programada en nuestro cerebro tras miles de años de evolución y supervivencia. En realidad, es una manera de protegernos de los otros y de no despertar reacciones inesperadas.
Aunque los ascensores son una invención bastante reciente, la convivencia de personas en espacios reducidos ha ocurrido durante millones de años en la historia de la humanidad, y casi siempre con un final violento.
En las pruebas realizadas en el laboratorio, los monos reaccionan de una manera similar. Cuando 2 monos son introducidos en una misma jaula, de dimensiones pequeñas, también tratan de hacer todo lo posible para evitar el enfrentamiento. De esta forma, los 2 monos se mueven con cautela, evitan el contacto visual y las reacciones que asusten al otro.
Los monos miran al aire, o al suelo o algún punto imaginario fuera de la jaula.
Pero cuando uno de los 2 monos intenta hacer alguna maniobra de aproximación, algo que indique que no intenta provocar una pelea. Lo normal es que uno de los monos enseñe los dientes, una señal amistosa entre los monos y el precursor evolutivo, dice Maestripieri, de la sonrisa humana.
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